Lo que se ve en esta sala es producto de un taller ambicioso, que busca entrelazar lecturas, reflexiones, visiones y producciones propias, y que propone explorar una modalidad bien particular de la fotografía, para la que la obra ancla su sentido en el procedimiento creador: eso que se ve, y que no es la “forma” ni el “tema” sino más bien “eso que se quiso hacer”.

La fotografía se vuelve así un arte de acción, propositivo y discursivo.

Y uno que busca entablar diálogos: por eso, los trabajos y ejercicios que se muestran (muchos todavía en producción, hay que aclarar, y por eso los llamamos ejercicios) contemplan también instancias de exploración en pasados remotos, momentos clave de la producción artística y

teórica de los últimos siglos, así como algunas cartografías del arte actual en disciplinas de lo más variadas.

Las cuatro secciones de la muestra corresponden a los módulos que

estructuran el curso. Cada uno intenta abordar lo fotográfico a partir de preguntas distintas: ¿Cómo fue y puede ser el vínculo entre foto y realidad? ¿Qué lugar tiene en la memoria, a qué clase de memorias (individuales y colectivas) puede servir? ¿Cómo se enfrenta el fotógrafo al espacio que lo rodea? ¿En qué casos la cámara tiende puentes con “el otro”, y en cuáles lo contrario? Etcétera.

Proponer respuestas implica revisitar caminos ya recorridos y, con suerte, arribar a otros nuevos. Y está bien que sea así. No es ésta una época para prescindir de bibliotecas en favor de lo nuevo; más bien, hoy se hace imperioso abolir la dictadura de la novedad y, en cambio,

apropiarse de saberes y haceres antiguos y nuevos, entrelazarlos y

mestizarlos en pos de, vale insistir, un arte de diálogos... que no es otra cosa que seguir viendo, seguir haciendo, seguir conversando.

(Txt: Agustín Jais)